sábado, 13 de febrero de 2010

No lo hagas.

Ahora, ahora claro. Buen momento. Si señor. Qué tino. Juso ahora.
María te ha dejado, y ahora vuelves, vuelves como un hijo arrepentido de sus actos al lugar donde sabe que siempre le han querido. Llegas tarde, llegas dos años tardes. Por aquí ni si quiera me acuerdo de tu olor, o de tu risa. Lo siento, ya no recuerdo de nada. No sé a qué sabían tus besos, no me acuerdo del tacto de tus brazos, ni de la presión de tus abrazos. Ni quiero acordarme. Pero estás empeñado, quieres que todo vuelva a ser como antes. ¡Ja! ¿cómo antes? ¿Te refieres a cuando dejaba mi vida de lado para vivir única y exclusivamente en la tuya? ¿O a cuando esperaba durante horas tus llamadas sin hacer nada? A eso te refieres. Realmente, tu no tienes la culpa, la estúpida fui yo por dejar de vivir para estar contigo. Pero, por favor, no creas que voy a ser tan imbécil de volver a cometer el mismo error sólo porque hayas decidido que estás enamorado de mi. Porque es lo que has hecho. Lo has decido. Sólo has buscado una solución a tu situación y has llegado a la conclusión de que yo era tu mejor opción. Y ahora dices que me quieres. Por favor, no te engañes a ti mismo, porque ni si quiera está funcionando conmigo. Ni me quisiste, ni me quieres, ni me vas a querer. ¿Qué pasa? Es duro quedarse solo ¿verdad? Que te dejen tirado, que te engañen. Duele ¿verdad? Lo siento, pero así me sentía yo cuando tu te fuiste y no por ello mendigué amor de quien no lo sentía.